A las 23.30 del domingo conseguimos plaza en el vuelo con destino a
Santiago de Chile de las 00.20. El viaje, a pesar de sus trece horas y
media de duración, ha sido muy cómodo; cuando terminan de recoger la
cena son las 2 de la mañana con lo que te echas un sueñecito y te
despiertas cuando quedan 4 horas de vuelo, algo de lectura, desayuno y
¡¡La Cordillera de los Andes por la ventanilla!!. Aunque nuestra butaca
esaba encima del ala tuvimos unas vistas inolvidables según amanecía:
sus cumbre nevadas y el cielo anaranjado con tonos violetas y azules.
Espero que a la vuelta podamos ver el Aconcagua. Desde aquí hasta la
aproximación al aeropuerto fuimos pasando por una sucesión de montes y
valles. Un auténtico regalo para la vista.
Al llegar al
aeropuerto fuimos famosos por un momento. Cientos de personas con
carteles agolpados a la salida -parecía la llegada de una etapa de la
vuelta ciclista de montaña en la que llegando a meta los espectadores
forman un embudo- y allí estaban Merce y Elsa -hermana y sobrina de Mar-
con flores y sonrisas. Nos recogieron y nos fuimos a su casa en
Vitacura, una comuna o distrito de Santiago. Son las 8 de la mañana hora
local, las dos de la tarde en España.
En esta casa
tenemos la suerte de encontrarnos con unos anfitriones de excepción,
además de Merce y Elsa también su marido Wilfred y su hijo Carlos. Nos
han aconsejado y hemos estado viendo qué ruta coger (norte o sur) en
función del clima y el estado de las carreteras después del terremoto y
al final empezamos por el norte. El miércoles iremos en evión a Calama
-Tercera Región o Región de Antofagasta- y desde allí haremos
excursiones tomando como base San Pedro de Atacama. Estos días nos
acompañará Elsa.
Por la noche, rica cena con buena
compañía regada con vinos chilenos, Montes Alpha (cabernet sauvignon) y
Casa Silva (carmenere) los dos de El Valle de la Colchagua a 150 km al
sur de Santiago recibiendo agua del río Tinguiririca y extendiéndose
desde las faldas de los Andes hasta las costas del Pacífico. Terminamos
el día con agradable tertulia y.... a dormir.
Por
cierto, hay pequeñas réplicas y una de ellas la he sentido mientras os
escribo temblando la mesa. Que no cunda el pánico que es normal... nos
iremos acostumbrando.
Hasta mañana.
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