Hoy
sí que os puedo decir que El Lago Villarrica es una maravilla. Al
despertar me he asomado y parecía que flotaba encima del agua por la
proximidad de las habitaciones del hotel al lago. Tiene también su
propio embarcadero justo debajo de mí pero al ser temporada baja no hay
nada navegando, tan solo fochas y patos disfrutando a placer. Y el
volcán, dónde está el volcán? Está nublado y no se ve…
El
día de hoy ha sido tranquilo con pequeñas excursiones en la zona. Hemos
empezado por los Ojos del Caburga, uno de los ríos que se encarga de
llenar el Lago Villarrica. Con el río Caburga ocurre lo mismo que con el
Guadiana, desaparece infiltrándose y vuelve a aparecer en otra parte
del recorrido y a cada una de sus apariciones se le conoce como “ojo”.
Uno de los ojos es una pequeña laguna, la Laguna Azul, tan fresquita y
transparente que te dan ganas de tomar un buen trago.
Desde
los ojos nos hemos acercado a las Termas de Huife que son manantiales
de agua caliente y que algunos más espabilados han encauzado para hacer
unas piscinas termales acompañadas de hotel y de paso, te venden
paquetes de baño y belleza. Esto es lo que queda de los manantiales…
unas piscinas artificiales de agua termal natural.
Hemos
seguido ruta hacia Los Tres Saltos. Saltos naturales de agua que previo
pago de 1000 pesos por persona te dejan visitar siguiendo un sendero de
bosques húmedos donde respiras aire puro y penetra el aroma de los
eucaliptos. Es un bosque antiguo, las raíces de sus árboles sirven de
escalera para llegar a los saltos, los troncos tienen puesto un jersey
de liquen y por las copas se abrazan bailando al son del viento.
Según vamos subiendo el espectáculo es mayor. Sales del bosque, tomas
altura y ahora lo ves desde fuera con sus tonos rojizos, pardos,
amarillos… estás viendo el otoño en plena función y para remate, en uno de
los giros, la cumbre del Volcán Villarrica con una bufanda de nubes.
A
lo largo de estos recorridos van apareciendo casitas de madera con su
pequeña pradera verde y animales sueltos, generalmente ovejas, gansos,
pavos, chanchos (cerdos) y vacas. Tienen los animales como el que tiene
un perro en su jardín, es sorprendente. Además de las casitas aparece
alguna iglesia del mismo tamaño con una cruz en lo alto de una especie
de campanario sin campana. No tendrán necesidad de llamar a los
feligreses porque con tanta soledad estarán deseando disfrutar de las
reuniones.
De
vuelta vimos un ñandú pastando al que hicimos unas fotos y antes de
llegar al hotel paramos en Pucón. Es un pueblo muy frecuentado en
temporada alta por los santiaguinos y sus estrechas calles tienen casas
de madera a ambos lados. Se nota perfectamente la influencia alemana y
da la sensación de ser un pueblo artificial. Parece que han puesto las
casas y las calles para que las veamos y luego las quitan. En una de
esas calles vemos una “parrilla chilena” y aquí sí que me he quitado la
espinita de ayer. Un bife ancho vetado de 350 gr al punto, regado con un
vino argentino… después no me podía mover pero que rico!!
Después
de un buen paseo que ayudó a la digestión y recorrer las tiendas de
artesanía, llegamos al hotel desde donde os escribo para ponerme al día.
Por
cierto, no podemos subir al cráter del Volcán Villarrica porque han
declarado alerta amarilla al subir el nivel del magma en su caldera.
Hasta mañana…
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