Miércoles 05/05/2010 Santiago de Chile - Calama - San Pedro de Atacama


A las 11:20 hora local subíamos al avión con destino a Calama. El vuelo ha transcurrido paralelo a La Cordillera de los Andes y además del espectáculo en sí de las propias montañas íbamos viendo como nos acercábamos al árido desierto de Atacama y de vez en cuando aparecían las impresionantes minas a cielo abierto de cobre, la gran riqueza de Chile.



















Cuando aterrizamos en Calama la sensación fue más de llegar a una gasolinera a repostar que la de llegar a un aeropuerto. Este está situado en medio de la nada, en medio de tierras sin vida donde solo está una pequeña torre de control y una pista de aterrizaje.








Una vez allí nos llevó una furgoneta hasta San Pedro de Atacama durante 1h15m. El camino nos vuelve a impresionar atravesando La Cordillera de la Sal con interminables rectas sin curvas de hasta 50 km y no es de extrañar que a los largo de las cunetas haya cantidad de diminutas capillas y cruces debido a los conductores que pierden la atención en el camino y dejan allí su vida. Constantemente tienes avisos para los conductores "Manejen con cuidado" "Amarren el vehículo".




San Pedro de Atacama es un pueblo de adobe con mucho turismo y desde donde arrancan varias excursiones al Salar de Atacama, lagunas altiplanicas, Geysers de Tatio y Valle de Luna. Antes de reservar las excursiones buscamos un hotel y encontramos el Portal Andino, donde por 9000 pesos por persona y noche, alrededor de 14 euros, tenemos desayuno incluido. La iglesia de San Pedro es un edificio encalado que recuerda a las iglesias mejicanas, con un pequeño campanario y todas sus vigas son de cactus (gracias Susi).

Después de dar una vuelta por el pueblo y una cena agradable, hemos paseado hacia las afueras del pueblo donde no nos molestasen las ténues luces de las calles y nos dejase ver el impresionante cielo regado de estrellas pudiendo además contemplar la Vía Láctea. Nos ha faltado ver La Cruz del Sur y mañana le preguntaremos a algún lugareño para que nos sitúe para verla.

Hoy termino agradecido a Elsa, la mujer que regenta el hotel acompañada por su hija y nietecito de un mes, por haberme dejado su conexión Wifi para poderos escribir esta palabras.

Gracias a todos los que nos seguís porque a pesar de los miles de kilómetros de distancia que nos separan nos hacéis sentir más acompañados.





















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