Kaliméra!
Sin prisa nos vamos desperezando. Desayuno, aparejos y
nos vamos a alquilar un vehículo. En esta ocasión un quad porque no
quedan motos de baja cilindrada y sinceramente, quitando alguna cuesta
en la que tienes que ir animando para llegar arriba, no merece la pena
alquilar algo más grande.
Empezamos
el recorrido hacia el norte para llegar a Oia (Ía). Esta localidad está
situada a 14 Km de Firá y no tiene mucho que envidiar a su hermana
mayor. Es uno de los rincones más agradables de la isla y con menos
aglomeraciones que en la capital. Desde los restos de la fortaleza
veneciana disfrutamos de unas fantásticas vistas y si miramos hacia
abajo, al final de la ladera, nos encontramos con el puerto de
pescadores del pequeño poblado de Amoúdi, donde se puede bajar en mula o
por carretera. En este puertecito tenemos varias tabernas
especializadas en pulpo y otro manjares del mar. El pulpo lo sirven a la
brasa y solo una pata…
Desde Amoúdi seguimos recorriendo la isla en el sentido de las agujas del reloj y la parte este de la isla no es tan pintoresca como la del oeste, por no decir muy poco pintoresca y lo que más me llama la atención es que todas las zonas cultivables están sembradas de vides. En la costa este también tenemos las playas negras que no son de arena fina, son de guijarros negros de tamaños entre una canica y un huevo y, para mi gusto, algo incómodas.
Seguimos por la costa y hacia la mitad de la isla paramos en la playa de Vourvoulos y comemos en el chiringuito de su mini puerto, pescadito fresco a precios populares, recomendable (es el único que hay en la playa pegado al puerto). Por lo general te clavan y si es en uno de los pueblos que están el borde de la caldera te empalan.
Después de la comida tranquila y sobremesa con brisa del mar, nos ponemos en marcha. Vamos hacia el interior y paramos en Pyrgos que está situado al lado de la montaña Prófini Ilías a 567 m de altura. Fue un pueblo fortificado y ahora las construcciones están tanto dentro como fuera de las murallas y aquí se encuentra la iglesia bizantina más antigua de la isla, Analipseos (s XI).
De Pyrgos volvemos a Firá para disfrutar de la puesta de sol y
seguido nos vamos a abrigar ya que la isla se pone fresquita después
del ocaso. Cenamos en Ampelos, un restaurante recomendado por una
compañera de Mar y donde realmente disfrutamos tanto de la cena como de
la tertulia posterior. De postre nos dieron un Vinsanto, vino dulce,
acompañado de una tarta de almendra con helado, una delicia. El dueño se
llama Antonio y a sus sesenta y… sigue al pie del cañón. Es un sitio
muy aconsejable en la zona http://www.ampelos.com.gr/
Esta vez el paseo de vuelta fue corto, del restaurante al quad, frío y húmedo. Y aquí os dejo las notas de hoy.
Kaliníjta!
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